La
liposucción es una práctica de la
medicina estética que viene realizándose desde los años 80 con unos índices de satisfacción inmejorables en cuanto a las expectativas de las personas que se someten a un
tratamiento de liposucción. Es una técnica básicamente recomendada
para eliminar acumulaciones de grasa permanentes en zonas muy concretas del cuerpo y el rostro, pero la
liposucción no es un mecanismo que sirva para tratar problemas de obesidad.
La
mecánica de una liposucción es muy simple, se insertan unas minúsculas cánulas en la zona a tratar y se absorbe a través de ellas la grasa. Para colocar esas cánulas, se practican unas incisiones que no son perceptibles. Además, un tratamiento de
liposucción es prácticamente indoloro y se corren pocos riesgos porque se aplica con
anestesia epidural o
local, en intervenciones, por lo tanto, de carácter ambulatorio.
Los resultados de una liposucción no se aprecian inmediatamente en todo su efecto. Más o menos alrededor de pasado un mes, la zona tratada con una liposucción ha mejorado notablemente y el proceso definitivo se comprueba a los seis meses. Lo que sí es inmediata es la recuperación, ya que una liposucción no requiere de un post operatorio.
Para que los efectos de una liposucción sean más completos o se acelere el proceso, en algunos casos se recomienda que se combine con otras técnicas para recuperar firmeza y tersura en la zona. Uno de los problemas que no se soluciona con liposucción es la flacidez, por lo que en esos casos lo que hay que elegir es un lifting, por ejemplo.