La
técnica del peeling ha demostrado ser un tratamiento muy recomendable para devolver a la piel su aspecto más juvenil y mejorar ciertas deficiencias que presenta, siempre y cuando se utilice la modalidad que corresponde con cada situación. Así, el
peeling quirúrgico, también conocido como
dermoabrasión, debe ser reservado para pacientes que presentan cicatrices relativamente profundas, para determinados tipos de tatuajes o, incluso, en lesiones pre-cancerígenas.
El peeling quirúrgico consiste en el uso de una lija mecánica o un aparato abrasivo rotatorio para remover la piel, en una especie de lijado que le proporcionará un aspecto más uniforme y alisado. Como se puede desprender de esta definición, se trata de una técnica un tanto agresiva, que requiere de sedación en la zona tratada. Normalmente un peeling quirúrgico se practica de forma ambulatoria, aunque hay algún caso en el que el médico puede considerar necesaria el ingreso.
Pero, un peeling quirúrgico puede tener resultados muy diferentes en función de las características del paciente, por lo que siempre será necesario un estudio profundo del caso por parte del especialista para evitar complicaciones en la medida de lo posible. Esos problemas post operatorios tienen que ver, sobre todo, con el proceso de cicatrización de cada persona.
La secuelas negativas de un peeling quirúrgico pueden ir desde la aparición de diferentes tonalidades en la piel de la zona tratada, problema que se suele resolver fácilmente con cremas blanqueadoras, a los temidos queloides, partes de la piel que crecen con un espesor excesivo cuyo tratamiento es más complejo.