
La
depilación es un gesto habitual y común desde siempre en mujeres de cualquier cultura, al que además se están incorporando cada vez más los hombres. Que el vello resulta poco estético, sobre todo en algunas partes concretas del cuerpo, es una evidencia. Así surgen diferentes
sistemas de depilación, buscando la eficacia, la comodidad y, sobre todo, la durabilidad en la eliminación del vello corporal y facial, donde la
depilación láser se ha ganado fama de ser probablemente la mejor fórmula.
Existen métodos de depilación que se limitan a cortar el vello. Su ventaja es que son sencillos y rápidos de usar. Pero, el pelo vuelve a crecer en unas 48 horas y, en muchos, casos más fuerte y vigoroso. Tampoco es muy convincente el aspecto y tacto que presenta la piel tras cualquier tipo de rasurado o afeitado. Evidentemente, la depilación láser es mucho más duradera que la proporcionada por el uso de cuchillas o cremas depilatorias, aunque requiere de más tiempo para ser eficaz.
Otros sistemas de depilación muy extendidos son los que arrancan el vello de raíz, de los que el más extendido es la cera, en sus diferentes variantes (bandas, tiras, roll-on...) Pero, su inconveniente es que son algo dolorosos, frente a la depilación láser que no implica molestia alguna.
Otras formas de
depilación más modernas son la
depilación magnética, la
depilación eléctrica o los
inhibidores del crecimiento. Todos tienen un funcionamiento similar a la
depilación láser, buscando atacar el origen del problema, actuando sobre el
folículo piloso que es donde se produce el crecimiento del pelo.