¿Qué ponen los fabricantes de cosmética a los champús para conseguir esa espuma tan deseada para muchos consumidores? Principalmente, sodio lauryl sulfate (SLS) y sodio Laureth sulfate (SLES).Pero, ¿son ingredientes realmente buenos para el pelo, o hay que desconfiar?
Tanto el SLS como el SLES son buenos desengrasantes y espumantes que se utilizan ampliamente en los champús convencionales por su alta eficacia y su buen precio, pero pueden resultar irritantes para la piel y también para los ojos. En el caso del SLS, resulta, además, sospechoso de ser un tóxico ambiental, y el SLES, si bien es menos irritante para la piel y los ojos, no es deseable por las evidencias existentes sobre su toxicidad en el ser humano.
Las alternativas suelen ser mezclas de azúcares vegetales, como la sustancia conocida como decyl glucoside; derivados de ácidos grasos procedentes del coco, como es el sodio cocoamphoacetate, y otros sulfatos de origen natural como el ammonium lauryl sulfate o el sodio coco sulfate.
Y una vez ya conocemos todos estos ingredientes, el siguiente paso es saber qué requisitos debe tener un champú natural para ser el elegido. Es importante, por tanto, que no contenga SLS, parabenos, ftalatos o aceites minerales, y que, por supuesto, sea un champú que nutra e hidrate el pelo y el cuero cabelludo, siempre respetando el equilibrio natural.